martes, 20 de agosto de 2013
LA SILLA DE FELIPE II (EL ESCORIAL)
Este espectacular y misterioso lugar, pertenece al pueblo de El Escorial(Madrid), está situado en el llamado Circo de El Escorial, concretamente, en la falda septentrional de la Machota Alta (1.466 m de altitud), que junto con la Machota Baja (1.410 m), conforma el monte-isla de Las Machotas, perteneciente a la Sierra de Guadarrama.
Según cuenta la historia, desde este lugar, era desde donde el rey Felipe II se sentaba para digigir y contemplar las obras del Monasterio de El Escorial, que duraron desde 1563 hasta 1584.
Una de las teorías más coherentes, es que pudiera tratarse también de restos de altares celtibéricos, donde se realizaban los rituales y sacrificios. Esto viene fundado por los restos encontrados de un castro ibérico,
mesas graníticas de sacrificios
y menhires.
Hay diversas teorías que indican que la propia silla, pudiera tratarse de un altar prerromano, en concreto vetón, posiblemente dedicado al Marte indígena y en el que probablemente se realizaban sacrificios rituales, generalmente de animales.
La Silla de Felipe II está conformada por diferentes plataformas y asientos, directamente esculpidos en lo alto de un canchal de granito (conocido como Canto Gordo) y agrupados en tres grandes conjuntos.
El conjunto más importante de todos ellos aparece orientado al norte, mirando hacia el Monasterio de El Escorial, formado por tres asientos de piedra, separados entre sí por dos reposabrazos. Seguramente fue acondicionada para que el monarca controlase el desarrollo de la construcción, de esto último no cabe duda, pero se cree que no fue construida para él, sino que la transformó para su uso.
Los otros dos conjuntos consisten en unas plataformas, resultado del rebaje de la parte superior de la piedra, algunas de ellas disponen de distintas escaleras, labradas sobre la roca.
Se considera un importante punto de poder o meditación, situado en uno de los anillos energéticos de la Comunidad de Madrid, y según el radioestesista Epifanio Alcañiz, está situado en un vórtice energético de 24.500UB.
La Silla de Felipe II está situada dentro del espacio natural protegido del Paraje del Pinar de Abantos y Zona de La Herrería. Cuenta también con una curiosa ermita, la de la Virgen de Gracia, a la cual está dedicado también un cruceiro, situado a la entrada de la subida, hacia la Silla de Felipe II.
A sus pies, majestuoso, se extiende el bosque de La Herrería, integrado en su mayor parte por melojares (un tipo de roble), si bien existen otras especies arbóreas interesantes como: arces de Montpellier, cerezo silvestre, el tilo, el castaño... y un especial ejemplar de arce de Montpellier, situado en el propio recinto de la Silla de Felipe II, catalogado como Árbol Singular por la Comunidad de Madrid y que mide más de 10 m de altura.
La variedad botánica es tal en este enclave, que ha sido declarado junto al Monasterio, Patrimonio de la Humanidad.
Se ha creado a su alrededor una importante y preciosa senda ecológica, para recorrer este paraje incomparable e identificar algunas de las diferentes especies vegetales que crecen en él.
En mi opinión, creo que el rey Felipe II, muy aficionado al esoterísmo, y conociendo el vórtice energético sobre el que se asienta el lugar, pudiera utilizarlo, acudir a él, y más concretamente permanecer por un tiempo en este singular asiento, para recargar energía durante unos minutos al día, ya que, la energía del lugar es bastante palpable, incluso para las personas no sensitivas.
Se trata de uno de los lugares más visitados de San Lorenzo de El Escorial, dada su condición de mirador del monasterio y de la práctica totalidad del Circo de El Escorial. Por sus maravillosas vistas, las sensaciones que transmite, la energía que se siente, su senda ecológica y el merendero, que se encuentra en lo alto, se convierte, además, en un lugar muy agradable para pasar el día o la tarde, con familiares o amigos.
Es realmente un lugar fascinante, pareciera un bosque de cuento de hadas, que te transporta hacia la magia, y donde puedes esperar la aparición de algún duende curioso, asomándose tras un árbol, en cualquier momento, especialmente en otoño, cuando las setas aparecen exultantes, el paisaje se transforma en tonos ocres y dorados, y un precioso manto de hojas engalana el terreno.
Myriam Cobos
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¡Excelente artículo!
ResponderEliminarGracias por compartirlo.
Saludos
José Luis Giménez
¡Muchas gracias Jose Luis Giménez!
EliminarMe alegra que te haya gustado.
Saludos para ti también
Myriam Cobos
Me encanta la descripción que haces del lugar y tus inestimbales apreciaciones. Gracias Myriam por compartirlo.
ResponderEliminarUn abrazo,
Núria
Muchas gracias Núria
EliminarMe alegro que te haya resultado interesante
Un abrazo
Myriam Cobos
Muchas gracias por compartir tu sabiduría!!!
ResponderEliminarBesos wapa.
Muchas gracias Carmen. Me alegro que te haya gustado!
ResponderEliminarBesos también para ti.
Muy interesante el artículo. Muchas gracias por compartirlo
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