El Ave Fenix, es una de las aves mitológicas y de leyenda, más famosas que se conocen y que ha llegado hasta nuestros días. La leyenda del Ave Fenix se recuerda y se hace presente, tanto en los ámbitos más caseros, como en los ambientes más cultos y eruditos.
Se trataba de un ave fabulosa, que se consumía por acción del fuego cada 500 años, para luego resurgir de sus cenizas, y que después de esto, surgía completamente renovado, para comenzar otro estado de existencia.
Según Ovidio: Cada quinientos años, el Ave Fenix decide morir y construye un nido con canela, ramas de roble, nardos y mirra, mientras muere entona una bella melodía. A los tres días, el ave renace de sus cenizas, llena de fuerza y poder, y un nuevo ciclo comienza.
El mito del ave Fénix, fue adoptado por infinidad de culturas, alimentó varias doctrinas y concepciones religiosas de supervivencia en el más allá, pues el Fénix muere para renacer con toda su gloria. Como por ejemplo: la resurreción al tercer día.
En el Antiguo Egipto, fue una deidad muy importante, se le denominaba Bennu, y fue asociado a las crecidas del Nilo, asociado también a la resurrección, y al Sol(El cual muere por la noche y renace cada día por la mañana). Lo relacionaban también con la esperanza y el valor, que nunca se deben perder.
En la cultura oriental se le conoce como FENGHUANG o Fenix chino, conservando éste casi idénticas cualidades que en el resto de culturas y religiones.
Aparece también en la mitología griega y era conocido por los griegos como AVE PHOENIX.
Fue citado por los sacerdotes egipcios de Heliópolis, el griego Heródoto, los escritores latinos Plinio el Viejo, Luciano, Ovidio, Séneca y Claudio Claudiano; Y los cristinanos Pablo de Tarso, el Papa Clemente de Roma, Epifanio o San Ambrosio.
Es tal la importancia de éste mito, que hasta una constelación lleva su nombre. FENIX es una constelación menor del sur, introducida por dos navegantes daneses. Es fácilmente visible desde lugares como Australia, Sudamérica y Sudáfrica durante el verano del Hemisferio Sur. Cada 5 de diciembre, ocurre una lluvia de estrellas, llamadas Fenícidas.
El Fénix ha sido siempre un símbolo del renacimiento físico y espiritual, del poder del fuego, de la purificación, y la inmortalidad.
Según el mito, esta peculiar ave, poseía varios dones:
La fortaleza, la sabiduría infinita, y la más conocida y especial, la virtud de que sus lágrimas fueran curativas.
Esto último, como simbología es muy interesante, pues todos sabemos que las lágrimas curan el alma, el llanto, cuando la persona está en una situación de estrés o preocupación extrema, le proporciona un alivio, una catarsis, que hace que vuelva con más fuerza a enfrentar la lucha e incluso a liberarse de sus propios miedos.
Independientemente del significado que cada cultura, religión etc. le haya podido dar a tan singular mito, el mensaje fundamental que nos transmite es realmente valioso, positivo, completamente atemporal e inherente al ser humano.
Pues, ¿Quién no se ha sentido alguna vez como el Ave Fenix, o a quién no le hubiese, alguna vez, gustado ser como él, y poder renacer de nuevo, volver a empezar, más fuerte y más sabio, en esta gran batalla que es nuestra propia vida?
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