Debo dejar muy claro que el Taichí es, ante todo, un Arte
Marcial.
Por eso, si alguien nos preguntara a bote pronto: ¿Qué es
el Taichí? tendríamos que contestar con total contundencia: Es un arte marcial.
Este Arte Marcial procede de China, allí surgió como una
forma de defensa y ataque contra los enemigos físicos, su práctica se inició en
los campamentos militares.
Cuenta la leyenda, que los soldados se ejercitaban
practicando este Arte Marcial, era la manera que tenían de estar en forma mientras
esperaban el comienzo de alguna batalla.
Practicaban cada día, aun en tiempos de paz, para estar
siempre preparados, alerta y en forma.
Estas prácticas militares se fueron extendiendo e
hicieron del ejército chino uno de los más poderosos del mundo.
La noticia de estas prácticas militares llegó hasta oídos
del emperador, que quedó muy impresionado y se interesó en aprender esos
movimientos que hacían tan fuertes y poderosos a sus soldados, pero claro: cómo
un emperador acostumbrado a una vida de reposo y opulencia iba a someterse a
tan férrea disciplina…
Lo que hacían los militares era muy cansado para él, pensó
el emperador, y pidió a sus generales que los mismos movimientos se hicieran
más despacio, más suaves, a su medida… y así lo hicieron.
Cuando vieron que esta práctica tenía unos beneficios muy
grandes sobre la salud, tanto corporal, mental, como espiritual, (que más
adelante explicaremos), se comenzó a extender a toda la población, creándose
diferentes escuelas regidas por diferentes familias.
Al Taichí se le incorporó más tarde la Medicina
Tradicional China y cada familia o escuela fue creando sus propias Formas y
adaptándolas, de ahí surgieron los diferentes estilos de Taichí, siendo todos
importantes y ninguno mejor que otro.
El Taichí trabaja los tres fundamentos de la esencia del
ser humano: el cuerpo, la mente y el espíritu.
El
cuerpo, porque movemos todas las partes de nuestro cuerpo,
ejercitándolas con la practica continuada, se trabajan sobre todo tendones y
articulaciones, se mueven partes del cuerpo hasta entonces desacostumbradas y
se adquiere una forma física envidiable, ya que, todo el cuerpo funciona como
una gran bisagra bien engrasada y en perfecto uso.
El Taichí surgió de la idea taoísta de alargar la vida lo
más posible y en las mejores condiciones, tanto físicas, como mentales.
Las articulaciones del cuerpo serían como las bisagras de
una puerta, si están en constante movimiento están activas, pero si no se
mueven, se oxidan, dejando la puerta inutilizada.
Así el Taichí mueve todas las articulaciones, trabaja
músculos y tendones, moviliza partes del cuerpo que normalmente parecen
olvidadas, lo que aporta salud a quienes lo practican, evita muchos dolores de
espalda, cervicales, manos, rodillas, etc.
La
mente, porque se trabaja con la gran concentración que se
genera, ya que, la mente está totalmente concentrada en el movimiento y evita
cualquier otro pensamiento que no sea lo que estamos realizando en ese preciso
momento.
Cuando estamos aprendiendo, nos concentramos en el
movimiento del maestro, y cuando ya sabemos algo más (y digo sabemos algo más
porque siempre estamos en continuo aprendizaje, la perfección no existe, por
tanto debemos trabajar pensando que iremos mejorando cada día más y disfrutando
del camino), podemos centrarnos en nuestro propio movimiento, evitando así
cualquier otro tipo de pensamiento y siendo totalmente conscientes, en cada
momento, de lo que estamos haciendo, estamos centrados en el presente, en el
aquí y en el ahora.
El
espíritu, también se trabaja, ya que, se incorporaron a la
práctica marcial una serie de Filosofías venidas de la india para la
consecución de la paz interior.
La práctica del Taichí genera un movimiento de energías y
una gran paz interior.
Antes de realizar la práctica, es recomendable, y yo así
lo hago, hacer unos movimientos que conectan con las energías, por ejemplo: con
la del horizonte, la del cielo y de la tierra.
Cuando comienzo mis clases inicio abriendo la conexión:
primero abrimos la conexión con la energía del cielo, después con la energía
del ser interior y por último, con la energía de la tierra.
Quienes sean más espirituales aún, pueden añadir el abrir
la conexión con el Ser Superior, y por supuesto, al terminar la clase, cerrar
esa conexión y agradecerla.
Myriam Cobos (Fragmento del mi libro EL TAICHÍ DEL CORAZÓN)
Fotografía propiedad de Myriam Cobos
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