Caterina Sforza nació en la ciudad de Milán en 1463 y falleció en Florencia en 1509.
Era hija ilegítima del duque de Milán, el cual como era habitual, tenía muchas amantes, pero lejos de abandonar su deber como padre, el duque educó a Caterina junto a sus demás hijos como una igual.
Caterina, una niña muy despierta desde pequeña, aprendió las intrigas palaciegas y el conocimiento en diferentes materias desde su más tierna infancia, bajo la supervisión de la madre del duque, la gran y poderosa Bianca María Visconti.
A las dos les gustaba el esoterismo, el lujo, la música y todo lo que estuviese relacionado con el arte, además de ser mujeres aguerridas que defendían y luchaban por lo que amaban.
Caterina Sforza no dudó en defender hasta el final sus derechos, que estuvieron siempre en conflicto con el poder de Roma. Pero nada pudo frenar sus propósitos.
Se cuenta que con tan solo veinte años y embarazada de siete meses, se apoderó del castillo de Sant Angelo de Roma (donde más tarde estuvo presa del papa Alejandro VI).
Posteriormente se enfrentó a los poderosos Médicis, negoció con el intrigante Maquiavelo y trabó amistad con Leonardo Da Vinci...se dice también, y a las obras me remito, que fue musa de Botticelli, por ejemplo sería inspiración para una de las tres gracias de cuadro La Primavera de Botticelli.
Conquistó ciudades estratégicas y resistió el asedio de un ejército muy superior, causando la admiración de sus contemporáneos.
Desafió a César Borgia, el cual pasó de ser su enemigo a ser su amante, gracias a las habilidades seductoras de Caterina, se dice incluso, que eran almas gemelas, pues compartían muchas cosas más allá del mundo físico.
Esta relación se convirtió en un torbellino para los dos, pero de la cual salieron fortalecidos, y por ello la historia siempre les recordará, como las dos caras de una misma moneda. Aunque no siempre estuvieron juntos, siempre se sintieron unidos.
Caterina Sforza fue una indomable guerrera, que no dudaba en encabezar a su ejército a la par que destacaba en belleza y feminidad, sus ansias de saber la convirtieron en una mujer adelantada a su tiempo.
Tuvo gran fama de alquimista, escribió el primer tratado de belleza y sus enemigos la tacharon de hechicera.
Dedicaba horas y horas a probar experimentos con mezclas de substancias que, según ella, podían curar enfermedades, embellecían la piel…hacían crecer el cabello...blanqueaban los dientes...
Este particular recetario que ha llegado hasta nuestros días, fue llamado Experimenti della excellentissima signora Caterina da Forlì. En él se encuentran 471 recetas que probaba ella misma y hacía probar a todas las mujeres de su confianza. Al final de cada receta escribía: et è provato, dejando evidencia de sus conocimientos científicos y de la experimentación que había adquirido.
Sus recetas han llegado hasta nuestros días ayudando a las mujeres a estar más bellas y deseables.
Tal era su famosa belleza, obtenida gracias a sus experimentos, que era musa constante para cuadros en los que aparecía la Virgen y quizás también retratada como María Magdalena, simbolizando la belleza, el amor, el conocimiento y la feminidad.
Murió en Florencia, ciudad amada por ella y en la que dejó huella.
Caterina Sforza, una mujer que hizo historia y que, por el mero hecho de ser mujer, no ha tenido el reconocimiento que se merece y ha sido tachada de calificativos despectivos y menospreciada por los hombres que escribieron la historia y no consentían, que una mujer pudiese ser rival a su altura...sirva este pequeño artículo como homenaje, aunque sobre esta apasionante mujer, queda mucho aún por descubrir…
Myriam Cobos
Mi admirada Caterina
ResponderEliminarUna mujer fascinante
ResponderEliminarsiempre ha habido, y, afortunadamente, siempre las habra
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